martes, 14 de febrero de 2012

Sigo enamorado...


Creí, al verte, que el nuestro estaba condenado a ser eternamente 
un amor de perfil, porque no me sentía con fuerzas de aguantarte 
la mirada, ese dulce tiroteo de tus ojos. Sólo tenía una vergüenza 
apocada y un viento que me la esparcía por toda el alma. 
¡Hubiera querido decirte tantas cosas! Que llevaba años deseándote, que 
por qué haber esperado tanto, que ya iba siendo hora, amor, de 
darnos lo soñado, que vendería mis años al peso, por uno solo de 
tus suspiros, que... pero solo me salieron arrullos de 
mansedumbre. Si acaso, adornados por aquellos vencejos que se 
empeñaban en hacer jeroglíficos en el cielo, pero poco más...


No hay comentarios:

Publicar un comentario